Federación de Asociaciones Cannábicas (FAC)

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09 noviembre 2005

Cáñamo y engaños

Cada vez está más claro que el emperador va en bolas
Quisiera felicitarles por el artículo que publicaron el domingo sobre el cáñamo. Soy consciente de las dificultades que ello puede acarrear y les agradezco el esfuerzo. Pequeños apoyos e información son esenciales para cambiar la actitud social hacia una planta sobre la que se abate una maldición desde 1936. La aberrante historia de su prohibición en EE UU en esa fecha, por intereses de la industria papelera, ha condicionado durante 70 años la utilización industrial y terapéutica del cáñamo. Y hoy día, incluso a sabiendas de su idoneidad, se proscribe legalmente su uso, ganando tiempo hasta la implantación de un producto sintético, controlado por las corporaciones. Sólo la capacidad corruptora del dinero explica la situación kafkiana que vivimos. No soy partidario de la despenalización de las drogas, como tampoco de la libre circulación de armas. Pero considerar el cáñamo como una droga es una solemne incongruencia. A no ser que también se incluyan la vid, las setas, el incienso o los perfumes en el kilométrico catálogo de prohibiciones. Y en el colmo de este abuso de autoridad se organizan redadas policiaco-mediáticas con dinero de los contribuyentes para marear al ciudadano, que ignorante de la historia real de esta planta, no advierte el engaño al que le someten. Así se pretende perpetuar el miedo, manteniendo el binomio 'cáñamo-crimen'. Por eso me niego a utilizar la palabra 'cannabis sativa', cuando se trata de cáñamo. Sí, aquel de las alpargatas, la cordelería, los toldos que conocimos de niños. Tampoco llamo 'lactuta sativa' a la lechuga, ni 'cucumis sativa' al pepino. Son ganas de marearnos y de darle un contexto marginal.

Carta de Pedro Leanizbarrutia Iñurrigarro/Leioa. Vizcaya
En El Correo

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